jueves, 6 de marzo de 2014

Un año más. Y buenas noches.

Ahora que está acabando el invierno, aunque el frío nos agobie y la lluvia no parezca tener muchas ganas de desaparecer por el momento, vuelvo a pensar que mirar hacia atrás con la intención de encontrar explicaciones puede ser uno de los errores más dolorosos que cometemos los seres humanos. Que lo que pudo haber sido, no hace balanza con lo que fue, y que si hay que quedarse con algo yo ya he elegido. Y eso es lo peor de este invierno, que viene a recordarnos de continuo que lo que pudo ser nunca será, pero que lo que ha sido, será lo mejor que nos queda, y eso es un tesoro que nunca nadie podrá arrebatarnos. Y nosotros mañana despertaremos una vez más, y seguiremos respirando por millonésima vez, pero creo que tras este año de suspiros hay que empezar a cerrar la puerta con llave cuando nos vamos todos de casa, a cocinar para uno menos, a no dejar la radio encendida por si te levantas de la cama, a hacer que tu habitación deje de ser tuya, como si cualquier día fueses a aparecer de nuevo en ella tras darme las buenas noches. Ha llegado el momento de asumir que ya te has ido, que las pérdidas son necesarias. Y ni vas a volver aquí, ni el invierno va a dejar de existir, ni nadie va a dejar de echarte de menos.

Buenas noches, allá donde estés. Hoy, y siempre.



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