lunes, 16 de mayo de 2016

Llévame al baile.

-Si pudieras pedir un deseo, ¿cuál sería?-Preguntó ella mirándole fijamente a los ojos.
-Bailar contigo.
-¿Bailar?
-Sí.-Respondió dando un paso al frente.- Bailar. Bailaría contigo cada noche aunque no te sepas nada más que los pasos básicos de una bachata. Bailaría contigo en los bares, en el asiento trasero de mi coche, en el ascensor de tu casa, contra la pared del pasillo y en la cama. Te haría el amor con ropa, y también sin ella, hasta que perdieras la noción del tiempo, y no te quedase otro remedio que dormir entre mis brazos. Dejarías que mis manos te sacudieran la escarcha, que te quitaran este frío que sientes por dentro cuando no estoy, al que no terminas de acostumbrarte. Mis manos, que tanto te dan, y tanto te quitan. Nos desayunaríamos a besos por la mañana, y no nos despegaríamos las sábanas hasta bien entrada la mediodía. No sé cuántos hombres te habrán intentado sacarte a bailar ultimamente, ni me importa. Ninguno de ellos será capaz de hacerte una coreografía tan jodidamente bonita como la mía.
-¿Así de sencillo lo ves?
-Así de sencillo sería.

sábado, 14 de mayo de 2016

Ratos de tinta y papel.

Siempre fui demasiada mariposa para lo que su magullado estómago era capaz de soportar. Las drogas comenzaron a consumirla poco a poco, como un papel en la orilla de una chimenea que grita ahogado entre las llamas en su último llanto de desesperación, luchando inútilmente contra su destino. Días después de su misteriosa desaparición, la policía encontró su cuerpo desnudo entre las sábanas, en su propia casa. Hasta así, fría, transparente, tendida como un manto de hojas secas, me pareció bonita. Qué digo bonita. Siempre fue preciosa. Una nota a los pies de aquella cama de la última persona que la vio con vida, dejaba distinguir en tinta ocre, salpicada de lágrimas: Quédate con alguien a quien puedas hacer feliz sin necesidad de quitarte siempre la ropa.

domingo, 8 de mayo de 2016

El día en el que mi tinta dejó de sonar a ti.

Era domingo por la tarde, y tú caminabas por la orilla de una playa a medio construir. Una playa que no dormía, sólo soñaba con ser libre, con dejar romper todas sus olas contra las rocas hasta que no quedara nada por destruir. Nada que doliera, nada para hacerse daño. Caminabas en silencio tranquilo, sin ropa, esperando a que yo llegara por detrás una vez más y te abrazara acariciando tu torso desnudo, y acercando mis labios a tu oído te susurrara sin palabras lo bien que olías, lo mucho que te quería, y que todo saldría bien. Pero no lo hice. Me quedé sentada en una de esas rocas, enredando mis pies en la arena mientras el viento peinaba mi pelo suelto, desordenado y revuelto...como mis sentimientos. Me quedé sentada pensando en lo que a día de hoy todavía siento, en que nunca jamás en la vida podría dejar de quererte, en que algo en mi interior me decía que no encontraría a nadie como tú, ni tú como yo. No paraste. Continuaste avanzando sin mirar atrás, pensando continuamente en detenerte porque ni tú mismo eras consciente de lo que hacías, de hacia dónde dirigías esos pasos descalzos de amor. Descalzos de mi. El sol comenzó a pintar de rojo el cielo, y de gris a ti. Ya no deslumbrabas a tu paso como antes, ya no provocabas ese temblor involuntario al acercarte, ya no sonreías como lo hacías, haciendo sonar los cristales de mi alma, iluminando con tu luz el mar de mis ojos. Ya no eras tú. Ni tampoco yo. Ya quedaba en manos del tiempo encontrar la manera de recuperarnos a nosotros mismos, y quién sabe si algún día también el uno al otro. Y así fue como mi tinta, dejó de sonar a ti.

viernes, 6 de mayo de 2016

Ajedrez.

Esta noche he soñado contigo. Soñaba que recorría uno a uno los cuadros de tu camisa como una reina que derroca todas las piezas de un tablero de ajedrez, haciendo saltar los botones sin piedad como si de una simple barrera de peones se tratara. A los hombres también se les hace el amor. También se les sorprende todos los jodidos días, también se les abraza hasta arañarles desde la espalda hasta el alma, también se les besa cuando no se lo esperan. Y a los hombres también se les hace daño. Así que no anden por ahi generalizando la ignorancia de un machismo que se alimenta de imbéciles que no conocen el significado de la palabra sentimiento. Que no han sentido en su puñetera vida lo que es que cada vez que miras a esa persona a los ojos se te pongan los pelos de punta...los pelos, y todo lo demás. Que no han experimentado el vértigo y la rabia que te recorre por dentro al plantearte la posibilidad de que sus labios puedan estar besando otros que no sean los tuyos. Esta noche he soñado contigo, sí. Y al despertar por la mañana y mirar a mi alrededor he tenido la sensación de que todo estaba desordenado. El pelo, las sábanas, la cabeza, el corazón...la vida.

miércoles, 4 de mayo de 2016

Mi cielo.

No me hablen de paisajes si no han visto sus ojos cuando me mira, grandes, misteriosos, ni verdes ni marrones, pidiéndome guerra. Si no han visto su sonrisa al dejar escapar sus tímidos hoyuelos, si no han visto su pelo, despeinadamente peinado en ese moño sin orden ni gobierno, si no han visto su cuerpo mientras se deja caer la ropa. No me hablen de vértigo si no la conocen. Si no han sentido sus labios, sus besos, cómo te rodea con sus piernas infinitas, y cómo se le acelera el pulso cuando le susurro al oído que se relaje, y me deje hacer. No me hablen de cielo si no la han visto volar desde su cama. Si no la han visto rasgando las sábanas, y mi espalda, y hasta mi alma, mirándome como si fuera Dios entre silenciosos gemidos, que me hacen sentir que aunque sea durante unos minutos sigue siendo mía. Que aunque sea durante unos minutos, consigo hacerla feliz.