domingo, 16 de marzo de 2014

Enhorabuena, Laurita. :)


Sólo tenía siete años la primera vez que le vi pasarse un balón entre las piernas, hacer un reverso, y entrar a canasta por la izquierda. Todo seguido, como ella decía, sale mejor. "Si no me lío". Minutos antes su padre había estado sentado junto a ella en uno de los bancos de madera del polideportivo, intentando enseñarle a atarse los cordones de las zapatillas, mientras su madre le cambiaba el enorme lazo granate a juego con el uniforme del colegio, por uno del mismo azul que la ropa de deporte. Por aquel entonces ya comenzaba a rasgar sus ojos si quería ver algo que estaba lejos, aunque cuando juega parece ver mejor que todos los demás niños juntos. Era pequeña, muy pequeña, en realidad, demasiado quizás para en un primer momento pensar que podría llegar a jugar con niñas de tres años más que ella, con más altura, más cuerpo...pero no más carácter. Cuando Laura salía al campo cambiaba. No era la misma niña tímida, que miraba al suelo y juntaba sus manos estirando sus brazos hacia abajo con ese "no sé" que casi ni se escuchaba. El balón le pesaba, pero en sus manos parecía ser de pluma. La canasta estaba alta, pero cuando el balón se deslizaba por la red y acariciaba las cuerdas, bajaba. Explicas algo, y lo entiende, no lo explicas, lo ve, y también lo entiende, incluso a veces sin verlo le sale, lo lleva, lo tiene. Corre cuando tiene que correr, bota cuando tiene que botar, defiende, piensa, y aunque parezca imposible, con tan solo diez años ya empezaba a leer juego, y ahora, con doce, lee. Laura lo hace, y lo hace bien. Y puede que con el paso de los años no le apetezca entrenar más con quien no tiene su edad, incluso puede que le deje de gustar el Baloncesto, se haga mayor, y prefiera otras cosas. Pero para mí siempre será lo mejor que en los últimos años he visto en ese patio de colegio. Y en parte, gracias a ellas. Porque le dieron la oportunidad de crecer como jugadora y como persona, porque continúan haciéndolo, y porque han puesto su granito de arena para que Laura disfrute de una de las experiencias más bonitas para alguien a quien le apasiona el Baloncesto. Y cuando con el paso de los años, esté donde esté, mire hacia atrás, podrá sentir ese hormigueo en el estómago que se genera al recordar: Yo estuve en ese campeonato de España de Baloncesto.


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