miércoles, 30 de junio de 2010

Dulce introducción al caos...

Recorridos numerosos pasos en falso, respirando el aire sobrante de recuerdos abandonados en esquinas de la mente, como si hubiesen estado ahí siempre y al mismo tiempo no hubieran estado jamás. Y esa desesperante y maravillosa habilidad de volver a aparecer cuando menos te lo esperas, y al mismo tiempo cuando más lo necesitas. Ahora estás ahí, frente al paso que conduce al otro lado de la carretera, con la luz del semáforo en ámbar que no deja de parpadear, generando cierto sentimiento de incertidumbre, de inseguridad. Te hace dudar, no eres capaz de despegar por ti misma los pies del suelo sin un último empujón. Y el ámbar amenaza, sin dejar que frenes, porque es el momento de avanzar, pero tampoco parece dejarte cruzar, porque el riesgo siempre existe, y tu orgullo es demasiado necio como para dejarse llevar.