miércoles, 2 de marzo de 2011

Dulce y amarga nostalgia.

Casi sin que te de tiempo a reaccionar, llega un día en el que te plantan ahí, al otro lado de la barrera, dando por hecho que en los últimos años has aprendido todo lo que tenías que aprender para saber enseñárselo a la gente que ocupa el lugar que hasta hace no mucho era el tuyo. Y te das cuenta de todo lo que viviste sentado en esos pupitres, sin darle importancia ni prestarle demasiada atención. Supongo que hay diferentes formas de verlo. Hay quien echa en falta todo y hay quien simplemente no echa en falta nada. Yo echo en falta muchas cosas, pero sobre todo recuerdo las más recientes...

Llegar a la hora que llegue, y que siempre esté ahí, sentado junto a tu hueco vacío, y tras señalar a su muñeca simulando el reloj que nunca lleva te mire con esa cara de “siempre tarde”.

Compartir folios, bien sea porque no trajo, bien porque no trajiste tú, bien porque ninguno de los dos se acordó y tenéis que echar a suertes quién pide a los demás. Y acabas haciendo la letra más pequeña de lo normal para que te quepa todo en la misma hoja, aunque muchas veces resulte inútil y tengas que acabar pidiendo una más.

Quedarte sin bolígrafos, porque al menos un par de veces al mes olvida o pierde el que le dejaste el día anterior, que tiempo después encuentras tirado por el asiento o la guantera de su coche.

Reírte, más que con los demás, de los demás, aunque suene cruel, pero sin malicia, por pasar el rato.

Intentar distraerle porque te aburres, cuando trata de atender, pintarle la mesa, o los brazos, y sacarle de quicio, hasta conseguir que se eche las manos a la cabeza y se revuelva el pelo más de lo normal...pero acabe sonriendo.

Aprovechar su paciencia cuando la tuya no es suficiente para detenerte a pensar un poco más, y entender algo que requiere más tiempo del que quieres dedicarle.

Ese mensaje, esa llamada, ese “suerte”, ese “ánimo” ese “¿qué tal lo llevas?”, “¿qué tal te ha salido?”, “¿sabes si ésto entra?” ,“¿lo entiendes?”,“¿te has mirado ésto?”.

Son sólo pequeños detalles, que en el momento en el que los vives no eres consciente de que los tienes, pero que una vez que los pierdes vienen a tu memoria involuntariamente, y te hacen recordar, valorar y entender lo que en su momento significaban para tí, y lo que, te guste o no, continúan significando...porque te siguen inspirando.

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