jueves, 24 de marzo de 2011

A. 103- Irene y Nayla...o Nayla e Irene.

Quiero dos nueves, y me salen dos sietes. Sumo una y otra vez, reviso, releo, reflexiono, pero me siguen saliendo dos sietes. Son dos, y son diferentes, al margen de su idéntico pelo rubio, largo y rizado, y de sus grandes y brillantes ojos claros. Ni si quiera son hermanas, pero se parecen tanto que hasta llego a confundirlas, a veces. Ambas igual de trabajadoras, ambas igual de atentas, ambas igual de educadas. Si tuviera que sacar punta y encontrar diferencias, podría decir que una es más despierta, y la otra más ordenada. Pero lo que más me gusta de ellas, es que nunca se rinden. Vienen para aprender, se sientan en sus pupitres con la mera intención de entender lo que les cuentes y saberlo utilizar, preguntan sin miedo y aceptan la crítica mejor que cualquier adulto estándar de los que Jorge habla. Y puede que sus resultados no estén al mismo nivel que su esfuerzo, pero lo asumen, lo aceptan, se molestan en superarse día tras día, y para mí, en ese sentido, son un modelo ejemplar para todos.

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