sábado, 1 de febrero de 2014

Champagne del bueno. Y buenas noches. :)

Suena algo enrevesado, complejo, casi tanto como contar las pecas de tu cuerpo con las luces apagadas. Suena a chicle de menta y tabaco ligero, a Canon de Pachelbel para piano y a color rojo fuego. A abrazo cálido y a angora, suave, clara, dulce como el bombón de chocolate de un café amargo sin nata, y áspero como la seda de las sábanas cuando hay cosas mejores que hacer en una cama. Suena elocuente, incoherente, hace temblar, y dibuja sonrisas de las que aceleran el corazón y suben la temperatura del alma. Y al descorchar el Champagne, la sutileza se acaba. Suena a pupilas dilatadas, arterias contraídas, la temperatura aumenta, el corazón se acelera, la presión sanguínea por los cielos, la respiración va de rápido a lento...el cerebro dispara impulsos eléctricos hacia ninguna parte y hay secreciones en todas las glándulas, y los músculos se tensan como si levantaran tres veces el peso de tu cuerpo. Suena violento, pasional, trepidante, si no fuera tan divertido la raza humana hubiese muerto hace siglos…pero al final, suena a silencio, y todo se queda en calma.


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