lunes, 24 de febrero de 2014

Las nuevas tecnologías. In English, please.

El otro día en la clase de inglés me tocó hablar de ese tema tan poco socorrido y obsoleto, que está a punto de caer en el saco roto del olvido, sobre el que nunca preguntan en los exámenes de idiomas..."Las Nuevas Tecnologías". El caso es que, ironías a parte, cuando uno intenta explicarse le vienen multitud de ideas a la cabeza…en español, claro. Bastante tenemos con pensar, como para que encima nos pidan pensar en otros idiomas. Y ya no hablamos de exteriorizar, porque entonces, al menos en mi caso, el asunto se complica todavía mucho más. Para colmo tengo que escribir una redacción sobre ello, aquí, tranquilamente en mi casa…como siempre a última hora. A lo que quiero llegar, sin irme por las ramas, es a que si tengo que dar una opinión breve y concisa sobre las nuevas tecnologías, como oficialmente Ingeniera Informática que soy, y extraoficialmente freaky, que también soy, considero que las nuevas tecnologías nos están volviendo literalmente gilipollas. Tal cual, sin adornos ni sutilezas. Sin anestesia. Podemos escribir un libro con las múltiples interpretaciones que llegamos a hacer de una frase escrita en un e-mail. Nos volvemos locos cuando alguien nos escribe un simple "Ok" en un mensaje de  Whatshapp (con una "k", cuando lleva dos, o una exclamación, el asunto no  es tan grave), y se nos escapa una sonrisa de idiotas cuando ese mismo alguien nos manda un emoticono de carita sonriente o nos escribe sin que nos lo esperemos para ver qué tal el día, que tal la noche, o qué tal loqueseaquevayatrassunombreenlapantalla. Nos hace ilusión que pulse en "Me gusta" en una de nuestras fotos, nuestros textos o nuestros vídeos de cualquier red social, y si encima lo comenta ya proclamamos fiesta nacional. Es increíble la cantidad de información que se puede obtener de una persona únicamente con lo que hay de ella en internet, y no me refiero a esas personas que cuentan su vida a diario en las redes sociales, sino a cualquier persona reservada que se limite a darle un uso normal a estas páginas. En ocasiones hasta tenemos la sensación de conocerles, de saber de ellas mucho más de lo que hemos tenido la oportunidad de averiguar cuando las teníamos en frente. Que sí, que las nuevas tecnologías nos han abierto camino en muchos aspectos y nos facilitan la vida en otros tantos, pero ¿hasta qué punto nos ayudan en nuestras relaciones con los demás? Perdemos entre pantallas el valor de una mirada, de una sonrisa, hasta de las lágrimas. ¿Dónde queda el olor a café recién hecho, el sonido de las pipas, o la espuma de una caña? ¿Qué hay de esos abrazos que huelen tan bien y te hacen escuchar el crujido de todas y cada una de tus costillas cuando más lo necesitas, o de las ganas de darle un beso a alguien y poder observar sus labios mientras te habla? Aunque luego seas un perfecto cobarde de mierda y te quedes con las ganas de atreverte a besarle…pero eso ya es otra historia que podemos tratar en la próxima redacción. De momento voy a ir traduciendo ésta, y llegados a este punto en el que cumplo el número de palabras y tengo que añadir una conclusión final, y aunque reconozco que me seguirán gustando todas esas tonterías mencionadas, me declaro en proceso de desintoxicación tecnológica. Me quedo con los abrazos, con los cafés, con las sonrisas, con las cañas…y con los besos, hasta con los que no se dan, pero se sienten, se piensan, y se guardan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario