domingo, 9 de febrero de 2014

Tinta de lluvia. Y buenas noches.

Toda persona, en algún momento de su vida, esconde algo que no quiere que nadie sepa, algo que le atormenta, le inquieta, tiene miedo de las reacciones ajenas, o simplemente no está preparada para que el resto le juzgue, lo respete o lo entienda. Si sientes que necesitas contar algo, que quieres compartirlo con alguien aunque no sabes cómo, hazlo, porque seguramente no sea una necesidad, sino algo mucho más especial, de esas cosas que te salen de dentro y no sabes bien cómo explicar. Pero no lo hagas por obligación, por la presión del entorno o porque los demás tiendan a contar todo a tu alderredor. No lo hagas si no te nace, porque ser reservado no es un delito, es un valor. Uno de los mejores consejos que me han dado últimamente es que, en cualquier cosa que hagas, mientras lo positivo supere a lo negativo merece la pena intentarlo, pero en cuanto sientas que han cambiado las tornas lo mejor es sacarlo de tu vida, aunque duela. Y eso es una decisión que es tuya, y de nadie más, porque nadie puede meterse en tu piel a valorar tus pensamientos, sentimientos y emociones, y eres tú quien decide con quién compartirlos. Y que no te importe el qué dirán, que no te agobien los rumores, los comentarios absurdos ni las falsas impresiones. Que los demás vivan su vida, que de la tuya, te encargas tú.

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