domingo, 17 de abril de 2011

Que sí, que bien, que también. Que vale.

Y es que como dijo Moccia, ¿Cómo puede ser que nos guste tanto chapotear en los asuntos de los demás? Temas picantes, detalles prohibidos, actos casi oscuros o pecados veniales. Quizás porque así, sólo escuchándolos, uno no se ensucia. Le he visto mil veces, en mil sitios, de mil formas. Su primera cara de la mañana, con restos de leche y legañas en los ojos, y su última cara de la noche, de mirada enrojecida y sabor a cerveza. Con mucha ropa, grande, fría, y con poca, muy poca, casi nada. Prácticamente rapado, y con el pelo largo y desgreñado, y creo que en mi subconsciente habrá alguna imagen en la que aparezca bien peinado. Con barba, bastante barba, y también, aunque rara vez, recién afeitado. Le he visto feo, muy feo, y guapo, el más guapo. Idiota, insoportable, e increíblemente agradable. Sonreír por tonterías y reír a carcajadas, gritar de rabia y hasta llorar, si hago memoria. Le he visto queriendo verle, y le veo casi sin ganas. Le he oído cosas bonitas, y feas, y sí, también de esas que se escuchan sin estar presente, y han hecho que me piten los oídos...pero unos más, otros menos, lo hacemos todos. Así que qué me vais a decir de él que no sepa. Qué mierda me vais a volver a venir a contar, si soy yo la que estaba ahí, la que está, y la que decide o no si estará. No lo entendéis, ni lo vais a entender. No tenéis ni idea. No sabéis nada.

1 comentario:

  1. Aunque no comente amenudo lee todo lo que escribes eeh :)
    Me encanta cada uno un poco más que el anterior ;)
    Son geniales.

    ResponderEliminar