viernes, 15 de abril de 2011

Aula 101. Víctor.

Para mí, es un chico 10. Y digo para mí porque soy consciente de mi carencia de objetividad, de muchos de sus defectos y de que tiene por delante un largo camino que recorrer y en el que aprender de la vida, como todos los demás. No es el más guapo, ni el más simpático, ni el más atento. Educado, sí, y tremendamente maduro, está tan por encima del resto de la clase que en ocasiones puede parecer que hasta se ríe de ellos, muchas veces inconscientemente, otras, no tanto. Es bueno en matemáticas, en realidad es bueno en muchas cosas, tiene una mente privilegiada, pero en matemáticas es especialmente hábil, tiene astucia, eso que llaman chispa, esas gafas invisibles con las que algunos ven lo que muchos no entenderían ni aunque te tomases la molestia de explicárselo con detenimiento una y otra vez. Pero se aburre. Se aburre en cada clase, se aburre con cada ejercicio, se aburre incluso mientras hace exámenes...se aburre exactamente igual que me aburría yo. Yo, que estoy colocada en frente suyo, que mi labor debería de ser evitar que ésto pasara, que tuve la suerte de encontrarme a un profesor que me plantó delante lo que para mí podía considerarse en aquel momento una mala nota, no soy capaz de hacer lo mismo con él. Por éso a él le pongo un 10, porque en esta ocasión, creo que no es su culpa, si no mía. El suspenso, lo tengo yo.

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