jueves, 6 de noviembre de 2014

Noviembre entre líneas.

Paolo Coello escribió en El Zahir, que a lo largo de nuestra vida conocemos dos grandes amores. Uno con el que te casas o vives para siempre, puede que el padre o la madre de tus hijos, esa persona con la que consigues la compenetración máxima para estar el resto de tu vida junto a ella...y un segundo gran amor, que tendemos a perder siempre. Alguien con quien naciste conectado, que te impacta, que tiene ese noséqué diferente a los demás que te hace sentir eso de "no sé cómo definirlo, pero me encanta"...hasta que cierto día, por la razón que sea, dejáis de intentarlo. Os rendís, aparece esa otra persona que os hace olvidar. Pero siempre, de vez en cuando, llegan esas noches en las que el alma te pide a gritos volverle a ver, otro beso suyo, o simplemente discutir una vez más…Os librareis de él o de ella, conseguiréis encontrar la calma, pero nunca dejarán de existir los días en los que sin querer le recordéis. Cuando conoces a una persona así, algo ajeno a los seres humanos, por ponerle un nombre, llamémosle destino, hace que ambos, en algún nivel, de alguna manera, os pertenezcáis. Como amantes, como amigos, o como algo completamente diferente, no es cuestión de ponerle etiquetas. Pero esfuérzate por mantenerlo, ya sea porque os entendéis el uno al oro, porque estéis enamorados o porque de vez en cuando os robéis una sonrisa u os dediqueis un buen rato. Esfuérzate, porque quizás consigas que esos dos grandes amores, con el tiempo, se conviertan en el mismo. Conocerás a pocas personas así a lo largo de tu vida, bajo las más extrañas circunstancias y en las etapas y momentos más inesperados, y te ayudarán a sentirte vivo. No sé si esto me hace creer en las casualidades o en el destino, pero de un tiempo a esta parte me he dado cuenta de que definitivamente, me hace creer en algo.

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