jueves, 27 de noviembre de 2014

Con tinta de almas prestadas.

Dicen que de los peores sentimientos nacen los mejores textos, pero después de rachas solitarias y oscuras uno necesita estar enamorado para poder escribir. No tiene por qué ser de una persona, hay quien se enamora de un lugar, del trabajo, de un deporte o de su propia vida, pero siempre he pensado que uno es mejor persona cuando se enamora. O al menos, se siente así. Lo que está claro es, que uno necesita estar enamorado para escribir con su propia tinta, y no con la del alma de otros, porque de lo contrario sus líneas acabarán sonando frías, vacías, sin luz...sin magia. El ser humano es un ser complicado, no todo en él tiene por qué encajarnos. Hay hombres que me gustan para quererles, y otros me gustan para un rato, para viajar a Roma durante unas horas entre sus piernas. Otros me gustan para hablar, para que me escuchen, y escucharles, otros para abrazarles, y que me abracen, para que me hagan sentir pequeña, y a la vez grande. Otros me gustan simplemente para verles sonreír, para perderme en sus hoyuelos y contar los dientes que separan sus labios de mis besos. Hay hombres que me gustan, y luego estás tú. Ven. Ven y déjame ver si en tus ojos se refleja que tienes los sueños vueltos del revés como los míos. Ven, estréllate contra mi cuerpo, córtame en pedazos y llévatelos, arrójalos cerca de aquel lugar donde nos veíamos cuando solíamos gritar en silencio nuestros sentimientos. Que sí, que hay hombres que me gustan, pero tú...tú me gustas para todo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario