lunes, 26 de noviembre de 2012

Olvido.

  El viento soplaba con tanta fuerza que parecía estar gritándoles al oído. Ella permaneció impasible, observándole durante unos segundos desde la destartalada puerta del viejo bar de la estación. Le dio un último sorbo a la lata de refresco que sujetaba con su mano izquierda, y tras encestar en una papelera que había situada a escasos metros, clavó su mirada en Él de nuevo.

+No se qué es lo que quieres que te diga.-Dijo Él apartando la mirada, sin sacar las manos de los bolsillos de sus desgastados pantalones vaqueros.- Tú y yo...


-Tú y yo nos hemos buscado como desesperados.-Le interrumpió Ella, dando un paso al frente.- Nos hemos buscado con toda nuestra alma y hemos huido sin ganas ni de mirarnos a la cara. Tú y yo hemos sido parte insignificante y esencial el uno del otro, de las que suman, de las que para bien o para mal, cuentan. Hemos muerto de pena, de amor por otros, y ambos nos hemos hecho revivir una y otra vez. Nos hemos separado pero siempre, siempre hemos conseguido volver a encontrarnos, y aún en otros ojos, en otros cuerpos, siempre acabábamos volviendo. Hemos probado lo mejor y lo peor de cada uno, hemos contemplado sin gafas el sol más radiante y hemos sentido sin paraguas las peores tormentas. Porque los hay que sienten la lluvia, y los hay que solamente se mojan. Y nosotros hemos empapado cada poro de nuestra piel, pero también nos hemos inundado el alma. Y nos hemos querido. Nos hemos querido como críos, como amigos, como amantes, ¡Qué se yo como qué coño nos hemos querido tú y yo, si ni si quiera soy capaz de definir lo que fuimos! Tú y yo...Nos hemos devorado con la mirada, con los labios, con las manos...no sabes lo que siento cuando recuerdo esas manos, que tanto me daban, y me quitaban. No hay parte de mi cuerpo que no hayas tocado, ni tampoco rincón de mi alma por el que no hayas paseado, sin venda, sin anestesia, de puntillas...ni uno solo. El problema es que no te acuerdas. No se cómo cojones lo has hecho, pero lo has olvidado absolutamente todo. Te has escondido de tal forma que ni tú mismo puedes encontrarte. Solamente quiero que sepas, que va a llegar el momento, no se cuando, ni por qué, pero va a llegar el jodido momento en el que vas a recordar. Vas a recordar nuestros amaneceres bajo las estrellas, nuestras conversaciones sobre nada en concreto y todo en general, los paseos hacia ninguna parte, las discusiones estúpidas, y las pasionales reconciliaciones. El primer abrazo, el primer beso, la primera vez. Y el último. Ese también lo recordarás. Y entonces, rezo por desear que te mueras de pena. Rezo por desear que sufras tan solo una mínima parte de lo que he llegado a sufrir yo. Y no porque te desee ningún mal, sino porque creo que esa es la única manera de que seas capaz de regresar...de que seas capaz de volver a formar parte de mi vida.

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