lunes, 29 de agosto de 2011

Nunca, siempre, jamás, prometo.

Como dijo René Descartes, daría todo lo que se por la mitad de lo que desconozco. La vida está llena de cambios, muchos de ellos inesperados, que en determinadas ocasiones te llevan a descubrir que la realidad es subjetiva, y te hacen replantearte la escala de valores que con tanta firmeza y seguridad creías haber construido. A los 6 años crees que los mejores amigos serán mejores amigos siempre. A los 7 años piensas que siempre tendrás fe en Dios. A los 12 dices que nunca jugarás en otro club de Baloncesto que no sea el de tu colegio, a los 14 tus principios te impiden usar la inteligencia para aprovecharte de las debilidades de otros, y a los 15 estás convencida de que jamás beberás alcohol para disfrutar más cuando sales de fiesta. A los 16 prometes no descuidar nunca tus estudios, con 17 afirmas que no engañarás nunca a tu pareja, con 18 no concibes el sexo sin amor, y con 19 niegas ser capaz de estar con dos personas a la vez, o de hacer algo por mero despecho. A los 20 estás plenamente convencida de que no probarás nunca las drogas, y con 21 crees que jamás trabajarás con gente sucia por dinero. Ahora miro atrás, me doy la vuelta de nuevo, observo lo que me devuelve el espejo...y aunque en determinados aspectos no me convence lo que veo, procuro usar con más cuidado eso de "nunca", "siempre", "jamás", "prometo".

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