domingo, 28 de agosto de 2011

Desde todo este puñado de kilómetros de distancia.

Es curioso como un mero edificio, un simple espacio grande lleno de gradas y ventanales, puede traer a tu memoria recuerdos que transforman la ausencia de alguien en su más cercana presencia. Una presencia que no es físicamente real, pero lo fue, escaso tiempo atrás, en un momento pasado pero en ese mismo lugar. Y lo que creías que sería un aspecto más de la aburrida vuelta a la rutina, se convierte en algo más complejo de lo que podías esperar, y te hace recordar...Adelgazó mucho, la última vez demasiado, quizás, aunque siempre me dio igual. Tenía las orejas bastante separadas de la cabeza, de soplillo, que se suele decir. No eran grandes, pero si que estaban más separadas de lo normal, y cuando se cortaba el pelo, ese pelo desgreñado, que crecía raro y sin un color demasiado definido, se le notaban aún más. Casi nunca se afeitaba, y parecía más mayor de lo que era, y además era alto, no demasiado, lo suficiente como para que resultase necesario acercar el asiento de un coche si antes lo había utilizado él, o como para tener que inclinar ligeramente mi cuello hacia arriba cuando le miraba a los ojos, o cuando le...no eran bonitos, tampoco feos, marrones, rasgados, y casi siempre estaban apagados, como tristes, igual que la expresión de su rostro en las fotos. Escasas veces sonreía, aunque tenía una sonrisa bonita, con un diente montado y los labios algo secos, pero bonita, al fin y al cabo. Tenía, estaban, crecía, parecía, era...tiene, está, crece, parece, y es.

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