lunes, 5 de septiembre de 2011

Sobre eso que llaman Musas.

La inspiración no se puede manejar. No es algo que se pueda elegir, viene cuando quiere y punto, no hay que darle vueltas. Puede que estés metido en la cama, a punto de quedarte dormido tras varias vueltas de colchón y almohada, puede que estés a punto de salir de casa camino de una reunión, que te pille tomando un café (y con tomar un café no me refiero a su significado literal, es la tendencia a utilizar esa expresión cada vez que se sale a tomar algo, porque a mí el café no me gusta), o dándote una ducha después de volver de correr, como ha sucedido ahora. El caso es que llega, y si quieres aprovecharla en su estado máximo lo mejor que puedes hacer es dejar lo que sea que estés haciendo, y sacar papel y boli o encender el ordenador. Y durante los siguientes minutos, incluso si tienes suerte, horas, serás capaz de escribir los versos o párrafos que en otro momento ni se te hubieran pasado por la cabeza, y que de no hacerlo entonces probablemente no vean la luz jamás...en tus manos está decidir si compensa o no el cambio, si merece la pena. También es cierto que con el tiempo y la experiencia aprendes a buscarla, pero sin agobios, sin forzarla, y sobre todo asumiendo el posible fracaso, sin la certeza de que la vayas a encontrar. Dejar que fluya a partir de esa canción, con ese olor, en aquel lugar, en esos recuerdos...y sobretodo a través de esas personas. Musas, las llaman, aunque a mí no me gusta demasiado la palabra, recuerdo que cuando era pequeña la escuché en una película y nadie supo explicarme bien lo que significaba. Hoy mismo no soy capaz de dar una definición exacta del término, pero podría nombrar al menos 4 personas que para mí, lo son. Son personas que tienen algo, no sabes bien el qué, pero te atraen, te interesan, porque son interesantes de por sí, elocuentes, íntegras. Y ese algo te incita a escribir, no necesariamente sobre ellas, simplemente te inspira, te motiva. Puede que al resto no, cada uno tiene las suyas y no es uno mismo quien las elige, pero el caso es que generan en tí esa sensación de "necesito escribir ésto, y necesito escribirlo ya". Hay veces que por circunstancias de la vida puedes llegar a perderlas, y no hay nada más triste para un escritor(que no es lo mismo que una persona que escribe, las cuales generalmente carecen de musas) que perder a una de sus musas. También es cierto que nunca puedes saber con certeza si la perdiste para siempre o no, y a veces, cuando menos te lo esperas, regresan. Y sea cual sea la razón que te hizo pensar en el pasado que era mejor no mantenerlas a tu lado, cuando vuelven, no te queda otro remedio que perdonarlas, o mas que perdonarlas, aceptarlas de nuevo en tu vida, adaptarte a lo que te den sin pedir explicaciones, aunque tal vez quieran dártelas, porque sabes que te compensan, que de una manera o de otra, las necesitas...y que merecen la pena.

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