domingo, 27 de julio de 2014

Me duelen tus citas.

Hace tiempo que no me llenan los fines de semana. Te va a parecer una tontería, pero el mejor momento del día es ese en el que entras por la puerta de la oficina refunfuñando porque te has quemado la lengua con el café del desayuno. Cada vez que me miras me pierdo en tus ojos sin querer, y luego tengo que reengancharme a la mitad de tu monólogo e intentar averiguar qué es lo que me has estado diciendo. Me encanta cuando sonríes y te salen esos hoyuelos que mueren en tus pómulos, abultados y sonrojados, mientras siento como si tus labios me pidieran a gritos un beso. ¿Sabes eso que dicen de que la ignorancia te facilita el camino hacia la felicidad? Pues yo lo aprendí el día en el que me diste dos besos, y me dijiste tu nombre. No sabes cuántas noches mis sábanas te hubieran envuelto y desenvuelto hasta hacerte perder el sentido, la respiración y la noción del tiempo. Perdernos los dos, para encontrarte después enredada en mis espalda, y no saber si vas a terminar desordenándome entero. Eso es lo que me da miedo. Me parece demasiado doloroso volver a sentir, y arriesgarme a tener que vivir con un huracán en el pecho…dicen que si no arriesgas, siempre estarás solo, pero lo cierto es que la soledad sólo araña cuando se te quedan clavadas las uñas de alguien que se ha ido. Creo que a estas alturas tengo que reconocer que me daría igual, si fuesen las tuyas. Pero tú prefieres tus pingüinos en la cama, tus sueños a solas, tus madrugadas sin alma. Y yo me quedo callado, pensando, en cuánto daño han hecho las discotecas a las relaciones y los gimnasios al amor. He tardado un poco en darme cuenta, pero me dueles. Me dueles tú, y me duelen tus citas. Y me duelen tus citas porque en el fondo, en todas y cada una de ellas, cada vez que me las cuentan, que las veo con mis propios ojos o simplemente escucho cómo descuelgas el teléfono y antes de hablar sonríes sólo con ver su nombre reflejado en la pantalla, no puedo evitar pensar en "qué tendrá ese tipo que la vuelve loca…qué tendrá ese tipo, que no tenga yo." Y es entonces, el momento en el que cuelgas de nuevo, me miras, y sonríes, cuando pienso en lo jodidamente difícil que es vivir de ellas, y a la vez lo jodidamente bonitas que son…Las esperanzas. 


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