martes, 22 de julio de 2014

Magia.

Hace semanas que es verano, y casi no me he dado cuenta. No he ido a La Concha aún porque ahora mí playa sin ti me parece un desierto desubicado, y sin querer pienso en eso de bañarme en tus ojos, y que se joda el mar. Al final el agua es como un beso: Limpia, moja, y calma. Me he propuesto dejar de fumar desde que el humo me recuerda a los besos que salen de tu boca. Ya ves que no me queda poesía últimamente para echarte de menos tanto como en falta te echa sin conocerte mi cama de madrugada...Yo no creo ya en la magia, pero eso no quiere decir que no me gustaría hacerlo. Es como, por ejemplo, cuando le dices "te quiero" a alguien y sonríe. Eso es magia. Tu nombre. Hablemos de tu nombre. No creo en la magia, pero últimamente cuando alguien dice tu nombre sus seis letras resuenan dentro de mi cabeza durante todo el día, como una melodía indefinida que no se acaba nunca. Tu nombre que no es más bonito ni más feo, ni más largo ni más corto, ni siquiera más extraño que otro cualquiera…pero a mí me gusta, igual que tu olor, y tu sonrisa. Susurro tu nombre cuando no hay nadie, como si intentase reducir la distancia entre nosotros. Y es que la distancia más grande entre dos personas siempre es el miedo de una de ellas. El miedo es como un impermeable puesto del revés que en lugar de evitar que te mojes lo que impide es que el mundo pueda secarte. Eso es el miedo. Cuando uno desea a alguien pero tiene miedo, espera que ese alguien aparezca forzando la casualidad, en la puerta de su casa o a la salida de algún bar, como si fuese una sorpresa. Y espera así, con el impermeable del revés y con su playa convertida en un desierto en el que se dan las condiciones necesarias para que sobreviva el sentimiento. Pero tengo miedo. Miro a mi alrededor y la gente me observa desde el puerto, extrañada, porque no entienden que deje pasar las oportunidades como barcos en los que te sientas junto a mí mientras aparto la vista hacia otro lado. Y la verdad, a estas alturas yo tampoco. He dejado de creer en la magia, y no porque no exista, sino porque sólo lo hace para algunos. Dicen que hace mucho más daño lo que creemos que sabemos que lo que desconocemos, pero no os podéis hacer una idea de lo jodidamente triste que es ese momento en el que el truco falla, el As de corazones se cae de la manga, y por primera vez en mucho tiempo, eres consciente de ello.


No hay comentarios:

Publicar un comentario