lunes, 15 de julio de 2013

Epílogo...o Prólogo, según se mire.


Me gustaría que fueras tú quien me trajera un cola-cao con grumitos a la cama. Amanecer en tus brazos, enredada en tu piel, dibujada en tu espalda. Sentir tu respiración fuerte, tu olor a sueño, acariciar tus párpados con mis labios y peinar tus pestañas cerradas, sin lágrimas. Me gustaría besarte con cuidado, tratando de no hacer ruido, despertarte sin querer en plena tormenta y que bajo el sonido de los truenos me agarres tan fuerte que jamás tenga miedo de poder soltarme y acabar perdida otra vez, como antes. Quisiera no tener que soñar con tus ojos, y que fuese verídico, bañarme en ti y bañarme contigo, y que no fuese onírico lo que me incita a despertarme asustada en mitad de la noche con la melódica lluvia golpeando el cristal de mi ventana, empapada en un sudor frío y angustioso, cuando descubro que no estás y me niego a aceptarlo. Pero aguanto y lo pienso hasta que en silencio decido gritar basta. Que ahora hay otros asuntos importantes que resolver sobre la mesa. Y que aunque tú estés allí, en tu mundo, y yo aquí, en el mío, voy andando y te siento conmigo, y que aunque a veces el suelo húmedo resbale, y haga piruetas y espirales, me esfuerzo todo lo posible por mantener la línea recta confiando en que algún día tú estarás al final del camino. Sólo tú, sin lluvia. Sólo tú, sin ninguna de esas personas que hacen ruido, sin ninguna de esas personas que me encanta el sonido que emiten cuando se callan. Como las tormentas. Que si no te miro, no pienses que es por desprecio, es que no me gusta mirarte desde aquí, y perderme que en mi mundo, este camino está lleno de flores, flores que crecen bajo la lluvia, flores que quiero contemplar, que están hechas para que las mire, para que las huela, para que las sienta, para que invente melodías como las tuyas, con sus pétalos y su aroma y sus colores...pero en el fondo, ambos sabemos que a mí nunca me han gustado mucho las flores, que hay cosas que no están hechas para entenderlas, y que si todo en la vida tiene un precio, sea cual sea el de las flores, el de las melodías, el de la lluvia y el de las tormentas, tu precio, es ninguno.

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