miércoles, 25 de julio de 2012

Día 3.

Alta, primera cura, Almudena la madre de Marta, siempre tan atenta, tan entrañable, igual que el doctor Pérez España. No me sentí persona hasta bien entrada la tarde. Un día gris, confuso entre mareos, suspiros, y recuerdos borrosos...mi madre y su historia imaginaria sobre la presencia de un asesino en el hospital. El cariño con el que me vestía y me limpiaba. El beso en la frente de buenos días de mi padre. El abrazo de mi hermano al llegar a casa, con esos brazos tan grandes y formados, y esos enormes y brillantes ojos verdes. La visita de Alba y Barco con su chocolate, su caja de bombones y su contagiosa alegría. Y Pablo. Es un recuerdo en sí mismo, cada momento, cada instante de tiempo que transcurre en el que él está a mi lado, hace que sienta que me entiende, y me da ánimos para no pensar en lo qué vendrá, en cuándo podré volver a correr, a tirar a canasta o a coger un balón de baloncesto...de momento, hay que seguir, que ya tendremos tiempo de pensar en lo demás.

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