martes, 12 de julio de 2011

Incienso de vainilla.

La noche nos hace sentir más fuertes, y al mismo tiempo nos sensibiliza, nos ablanda. Pero nunca entenderé esa eterna puta costumbre que tenemos los seres humanos, de montar un frente con murallas y soldados, de esos que solo duermen ya muy pasadas las 12 de la noche y despiertan con el alba para seguir de guardia. Y es que sería más sano cerrar para siempre el cajón de mierda, abrir el armario entero con olor a incienso de vainilla...y no cerrarlo más, al menos por un tiempo. Dejarse llevar, por una vez, dejarse llevar, siendo uno mismo, desnudando el alma...a ver qué pasa.

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