jueves, 26 de mayo de 2011

Soy.

Llega un momento en el que te cansas. Es así. Te levantas una mañana y piensas: Hasta aquí. No quieres más palabras vacías, no quieres más cumplidos gastados, y la hipocresía, la falsedad y el cinismo te rechina en los oídos hasta hacerte tiritar. No te sirve, no te llena, necesitas sentir que eres algo más que una imagen, y todo aquel que no se moleste en ver más allá de lo que muestra tu fachada, te aburre, sobra, está de más. No elegiste ser como eres, pero puedes elegir quién ser, y de una manera o de otra necesitas hacerlo, porque si no acabarás convirtiéndote en alguien superficial, que realmente no tiene nada más que ofrecer que lo que se aprecia en cuestión de minutos. Que de nada sirve alegrar la vista al resto si con lo que tienes debajo no consigues alegrarles el alma. Que de nada vale escuchar palabras bonitas de quien al doblar la esquina las transforma en feas. Que lo que importa eres tú, y entre ser, o no ser, lo mejor es ser tú misma. Y yo, soy.

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