lunes, 29 de marzo de 2010

Bono de cambios.

No pudo estar más acertado John Lennon cuando dijo que la vida es eso que te pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes. Pasamos gran parte de nuestro tiempo planteándonos objetivos a largo plazo sin apenas ser conscientes de lo que tenemos en cada momento, sin ser capaces de apreciar los pequeños detalles que cada día se presentan ante nosotros. Haces planes, y realmente disfrutas haciéndolos, tienes ilusión y luchas por conseguir aquello que te propones. Pero a veces llega un día en el que algo cambia, o a lo mejor cambió hace tiempo pero estabas demasiado ocupado con tus planes como para darte cuenta. Y de pronto esos planes ya no tienen sentido, y te paras a pensar en cómo han ocurrido las cosas para llegar hasta el punto en el que te encuentras. Y le das vueltas a la cabeza pensando en todo lo que hiciste, en todo lo que no hiciste, y en qué hubiera sucedido si hubieras hecho las cosas de otra manera. Ni mejor ni peor, simplemente de forma diferente. Y por más vueltas que le das no consigues encontrar una explicación lógica para justificar por qué te rindes, por qué después de tanto esfuerzo has decidido dejar de luchar. Pero tampoco puedes seguir luchando, porque ya no tienes un fin por el cual hacerlo, ya no te quedan fuerzas, ya no depende de ti. Así son los cambios, a veces inesperados, te pillan por sorpresa y aunque no te gusten no queda otra que asumirlos de la mejor forma posible y adaptarse a las nuevas situaciones.

Creo que debería de existir un cupo de cambios de este tipo para cada persona, algo así como un bono en el que fueran haciendo una cruz cada vez que un nuevo cambio indeseado apareciese en tu vida, y que una vez gastado tuvieras derecho a vivir sin este tipo de cambios durante un determinado período de tiempo. No sé qué cantidad sería la más adecuada, pero sí pienso que llega un momento en el que el cerebro humano se planta, y aunque llegue un nuevo cambio, se niega a asumirlo y simplemente se dedica a ignorarlo. Tal vez una parte de él es consciente de que existe, pero en ese momento está saturado, necesita un respiro. Así que lo único que se puede hacer es seguir caminando, y esperar con paciencia a que el tiempo ponga todo en su lugar, y sea el que decida si todo el esfuerzo mereció la pena, si toda la ilusión tuvo sentido…si desaparecerá el miedo a levantarme una mañana, salir de esta habitación, y ser consciente de que tal vez a mi bono de cambios, le falte todavía alguna cruz por marcar.

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