sábado, 12 de mayo de 2012

Tomar aire, y seguir girando.

Y de repente desperté, y percibí cómo la arena del gran reloj se deslizaba entre los dedos de mis manos, y se alejaba con el eco del viento, que no paraba de gritar en el más absoluto silencio. Cómo el mundo giraba a la velocidad del exprimidor de naranajas del zumo del desayuno, me mareaba, y sentía nauseas. Rechacé entonces seguir sobre el colchón de la incertidumbre, arropada entre sábanas de algodón con olor a hipocresía y a ignorancia, conformándome con seguir respirando mientras el mundo continuaba, y con él la vida de los seres abstractos, de las personas sin rostro, de los entes sin alma. Tomé impulso, salí a la calle completamente desnuda, con el alma al descubierto, y el cálido aire acarició mi piel, el fulgor del sol fue tan intenso que hirió mis ojos, y justo en ese momento, logré ver. Un instante después volví a experimentar esa extraña sensación de giro de peonza descontrolado e impasible, que giraba y giraba, y no paraba de girar. Había tardado cinco años en superar algo que entendí en 5 minutos. Así que me agarré con fuerza, y decidí luchar por conseguir que el giro continuara en la misma dirección, pero en sentido contrario. No se elige girar, se gira, y punto...pero hacia dónde, puedes decidirlo tú.

No hay comentarios:

Publicar un comentario