viernes, 23 de diciembre de 2011

Días de relleno.

Te veo cada mañana al despertar, y pienso en cómo podría encontrar la forma de que mis retinas conservaran tu imagen sin tener que abrir los ojos y amanecer sin ti a mi lado. Los minutos que vienen a continuación no importan, sólo se trata de meras agrupaciones de tiempo que me separan de tí. Y cuando por fin te veo de verdad, en carne y hueso, siendo real, algo me llena por dentro de una manera que no se puede explicar con palabras, me recorre el cuerpo de arriba a bajo, hace desaparecer todo cuanto hay alrededor, y me completa, haciéndome sentir plena, llena de vida, feliz. Y cuando te marchas, dejas en mí esa huella, esa sensación que me pinta una sonrisa que no me cabe en la cara, y me da fuerzas para continuar con las horas de relleno que me quedan por delante. Horas de relleno, eso es lo que son. El resto del día transcurre como si no importara, rápido, lento, impasible,hasta que apareces de nuevo, y haces que termine sintiéndome exactamente igual que como empezó...plena, llena de vida, feliz...completa. Siempre he tenido miedo de mirar más allá del día a día, a no creer en el destino ni en la posibilidad de que éste una a dos personas que están hechas para estar juntas, porque pensar en futuro me inquieta, me agobia, pero en esta ocasión es diferente, no hay palabras suficientes que puedan expresar lo que quiero, lo que pienso, lo que siento, y no puedo ser más sincera cuando digo que se, desde lo más racional de mi mente y desde lo más profundo de mi alma, que estás hecho para mí.

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