miércoles, 26 de enero de 2011

Como agua para chocolate.

Así eres tú. Haces de su sabor menos amargo, lo endulzas, y con ello desencadenas reacciones fisiológicas a nivel cerebral que generan esa inexplicable y agradable sensación que provoca la adicción suficiente como para no apartarte. Como agua para chocolate.

Y es raro, claro que es raro. Sigue intacto, no se rompe aún estando en mil pedazos. Es cuestión de volver a unirlos, o mejor aún, dejar que se unan solos.

Y sí. Llovió, nevó, tronó y hasta granizó...pero hoy, ha vuelto a salir el jodido sol.

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