jueves, 6 de enero de 2011

Felicidades Papá.

Él, tan educado, tan caballero, hace que me sienta torpe al intentar definirle. Alto, resultón, su sola presencia resulta imponente. De voz serena, mirada penetrante y sonrisa difícil, aunque cuando se deja ver despierta dulces rasgos de ternura en su adusto rostro. Sus gestos, elegantes, distinguidos y siempre firmes y seguros. Inteligente y paciente, sabio conformista de la vida, tiene el valioso don, hoy por hoy inalcanzable para mí, de estar más allá de lo material, de valorar lo que tiene sin necesitar más. Siempre prudente, tal vez reservado en exceso a la hora de exteriorizar sus sentimientos, su ironía y frialdad para resolver determinadas situaciones pueden hacerle parecer algo pedante, incluso prepotente. De carácter distraído y solitario, disfruta sumido en sus propios pensamientos durante horas, pero agradece encantado la buena compañía, aunque en ocasiones pueda parecer algo exigente a la hora de elegirla. Metódico y maniático, saca de quicio a mi descontrolado desorden y a mi liviana impuntualidad, pero su impecable forma de hablar y su saber estar consiguen anular mi testarudez frente a la suya, y hacer que me resulte imposible llevarle la contraria. Como él dice, me faltan canas…pero me sobran argumentos para decir, que le admiro, le respeto, y le quiero.

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