martes, 9 de octubre de 2012

Eterno.

Complejo, y a la vez simple. Sutil, dulce, emotivo, hace temblar de ganas, no empieza ni termina, simplemente es, permanece. Más allá del anhelo vehemente del deseo, y de la infinitud de aquello cuyo fin se desconoce, está la eternidad, profunda, que suena a pozo sin fondo, a eco rotundo, a noche estrellada en silencio, en paz, sosegada. Y sobre suelo firme de tierra seca y fría, envuelto en la tranquila brisa del mar, del sonido de sus olas golpeando las rocas, camina con los pies descalzos, invadiendo cada rincón del todo y de la nada, vayas a donde vayas. Y cuando la pasión del deseo se acaba, cuando el remolino de polvo se desvanece entre las sombras, y te recuestas sobre el suelo, dando descanso a tus alas, el amor de lo eterno persiste, te arropa, te calma. Entonces, y sólo entonces, entenderás que se desea lo que se sabe que se acaba, mientras que lo eterno se quiere...mientras que lo eterno, se ama.

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