viernes, 25 de marzo de 2016

Tit tac.

Suena el reloj, y ya son las siete. Camino a tientas hasta el lavabo mientras intento desenredar mis pestañas, y maquillar las ojeras que con esfuerzo he pintado hasta altas horas de la noche. Dejo caer la ropa sobre el gélido suelo del baño con la misma natural desgana que las serpientes su piel al mudarla, y reptando con elegante torpeza llego hasta la bañera. Tras unos minutos bajo la ducha siento cómo el agua acaricia mi cuerpo desnudo de la misma manera en la que antes lo hacían tus manos. Entonces me descubro a mí misma pensando en el dulce y amargo recuerdo de despertar cada mañana con el café de tus ojos. En lo bonito que es ser el motivo por el que alguien le muestra sin miedo sus dientes al mundo...y en lo triste que es dejar de serlo. Cierro el grifo y me pregunto qué cojones hago aquí sentada, mirando la lluvia, si hace días que no llueve. Me pregunto por qué lloro, y mis lágrimas no salen. Me pregunto tantas cosas que no logro responder...Y es que existen personas que hacen que te cuestiones el amor, después de haberlas amado con toda tu alma.

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