jueves, 13 de junio de 2013

Miradas.

Me fascinan las miradas. Las de los que se aman o se atraen y ya no pueden reprimirse más, pero lo hacen, las que adivinan, o lo intentan, las que observan, las que aguardan pacientes, o impacientes, las cómplices, las que esconden un secreto y las que hablan a voz en grito...sí, hay miradas que hablan, que gritan en el silencio, que desnudan, que te atraviesan de golpe y te arrebatan el alma. Hay miradas que se quedan bien adentro, escondidas,  y a veces es arriesgado dejarles ver la luz porque sabes que si las vuelves a cruzar...Hay ojos en los que me quedaría a vivir y otros que preferiría mantener ocultos tras sus párpados de por vida. Hay  días que temo mirar a otros ojos iguales a los míos por miedo a verme desnuda ante ellos, en cambio hay otros días que me armo  de valor y sin un sólo pestañeo me como el mundo, como si de un algodón de azúcar se tratara. Pero lo que de verdad importa en todo esto es, que da igual el color de los ojos, su forma, los cristales que lleven delante o la longitud de sus pestañas. Lo que de verdad vale la pena, en esencia, sin duda son las miradas. 

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