martes, 28 de mayo de 2013

Baloncesto.

Lo cierto es que nunca me ha gustado nada esa palabra, o más bien ese sentimiento, pero no se puede esquivar a la nostalgia cuando algo de tal trascendencia se desprende de tu vida sin que estés preparada para ello, cuando has sentido cómo te lo iban arrebatando poco a poco como si te arrancaran la piel a tiras. Lentamente. Con dolor. Sin anestesia. Tras estos 443 días, en los que he ido recomponiendo mis trocitos con sumo cuidado y no demasiada paciencia, creo que puedo reconocerme a mí misma, y por tanto a todos los demás, que he asumido la pérdida. Y lo admito, no lo llevo nada bien, tengo mis días malos, y mis días peores, pero he encontrado la forma de canalizarlo, aprovecharlo de otra manera, y evitar así el enterrarlo para siempre y desterrarlo injustamente de mi vida. Y en gran parte, se lo debo a Ellas. Porque en esta vida todo se supera, y llegados a este punto en el que la cuenta atrás se termina sin dar comienzo a una nueva, hacia delante, en la que, como diría Sabina, al punto final de los finales no le quedan ya dos puntos suspensivos, tan solo puedo decir una cosa:


GRACIAS.



No hay comentarios:

Publicar un comentario