domingo, 15 de diciembre de 2013

Personas grises.


Este año los reyes magos deberían de traer por Navidad un buen saco de personas grises. Para poder colorear poco a poco, con el paso del tiempo, a medida que vas descubriendo las pinturas adecuadas. Personas que sin quererlo consiguen poner patas arriba toda tu vida sin que te entren las prisas por ordenarla otra vez. Personas de esas que quizás no siempre te entienden pero en el fondo te comprenden, que no están siempre que quieres pero sí cuando realmente las necesitas. Cada uno con lo suyo, para gustos están los colores y cada persona es un mundo, así, tirando de tópicos, que ni les suben el IVA ni suponen impuestos...de momento. Yo, por ejemplo, pensando en voz alta sin pensar, a veces necesito que alguien me diga a la cara, sin palabras, eso de "Eh, frena, no eres la mujer perfecta...ni tienes por qué serlo". Así son, las personas grises. Te ayudan a relajarte, desconectar, darte un margen. Cualquiera necesita una persona así a su lado. Alguien que se ría de tus errores pero que te ayude a rectificarlos, por ejemplo, o alguien que de día te invite a un cola-cao con grumitos y hasta con bombón de chocolate, pero, por qué no, que se muera de ganas por arrancarte la ropa haciendo saltar todos los botones de la camisa de madrugada. Y es que ¿quién va a tener más derecho a pensar en desnudarte que en quien tú piensas sin querer mientras estás vestida? Alguien que no marque una cruz en una lista de asuntos pendientes cada vez que hace algo para luego arrepentirse, y volverlo a anotar, que tenga todo controlado dentro de su propio desorden. Alguien con vida propia, tan copiosa que le haga olvidarte sin querer de vez en cuando y  recordarte de nuevo cuando acumula silencios con más ganas que nunca, que consiga desconcertarte con la forma en la que te mira. Que sea nadie sin ser alguien y sea alguien, sin ser nadie. Alguien inestablemente estable, imperfectamente perfecto, profundo y sencillo en su definición. Ni blanco ni negro, alguien gris, y transparente al mismo tiempo. Así son, las personas grises. Y entre rojos, verdes, amarillos y añiles, nos ayudan a pintar de colores nuestros días grises.



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