Una
repentina tormenta se desató en lo más alto del cielo. Las oscuras
y tenebrosas nubes parecían golpearse entre ellas, y el
escalofriante sonido de un trueno rompió la batalla, dando paso a
una fuerte y densa lluvia que en cuestión de segundos consiguió que
ambos acabaran empapados hasta los huesos. Pero ninguno de los dos se
movió. Permanecieron en su sitio, en la misma posición, sintiendo
penetrar el frío por cada rincón de su cuerpo y mirándose sin casi
verse, o viéndose hasta más allá de su rostro mojado y de sus
ropas colmadas de gotas que resbalaban sucumbiendo a los caprichos de la gravedad, en dirección al suelo de piedra y asfalto.
+¿Y
tú?- Se atrevió a preguntar Él- ¿Tú has olvidado?- Su voz tembló, en un susurro perdido entre el sonido del viento. Ella le apartó
la mirada y dejó escapar un profundo suspiro.
-No
se olvida. - Contestó con firmeza, al tiempo que volvía a mirarle a los ojos.- Se supera.
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