El viento soplaba con tanta fuerza que parecía estar gritándoles al oído. Ella permaneció impasible, observándole durante unos segundos desde la destartalada puerta del viejo bar de la estación. Le dio un último sorbo a la lata de refresco que sujetaba con su mano izquierda, y tras encestar en una papelera que había situada a escasos metros, clavó su mirada en Él de nuevo.
+No se qué es lo que quieres que te diga.-Dijo Él apartando la mirada, sin sacar las manos de los bolsillos de sus desgastados pantalones vaqueros.- Tú y yo...
+No se qué es lo que quieres que te diga.-Dijo Él apartando la mirada, sin sacar las manos de los bolsillos de sus desgastados pantalones vaqueros.- Tú y yo...
-Tú
y yo nos hemos buscado como desesperados.-Le interrumpió Ella, dando un paso al frente.- Nos hemos buscado con toda
nuestra alma y hemos huido sin ganas ni de mirarnos a
la cara. Tú y yo hemos sido parte insignificante y esencial el uno del otro,
de las que suman, de las que para bien o para mal, cuentan. Hemos
muerto de pena, de amor por otros, y ambos nos hemos hecho revivir una y otra vez.
Nos hemos separado pero siempre, siempre hemos conseguido
volver a encontrarnos, y aún en otros ojos, en otros cuerpos,
siempre acabábamos volviendo. Hemos probado lo mejor y lo peor de
cada uno, hemos contemplado sin gafas el sol más radiante y hemos sentido sin paraguas las
peores tormentas. Porque los hay que sienten la lluvia, y los hay que
solamente se mojan. Y nosotros hemos empapado cada poro de nuestra
piel, pero también nos hemos inundado el alma. Y nos hemos querido. Nos hemos
querido como críos, como amigos, como amantes, ¡Qué se yo como qué
coño nos hemos querido tú y yo, si ni si quiera soy capaz de
definir lo que fuimos! Tú y yo...Nos hemos devorado con la mirada, con los
labios, con las manos...no sabes lo que siento cuando recuerdo esas manos, que tanto me daban, y me quitaban. No hay parte de mi cuerpo que no hayas
tocado, ni tampoco rincón de mi alma por el que no hayas paseado, sin
venda, sin anestesia, de puntillas...ni uno solo. El problema es que no te acuerdas.
No se cómo cojones lo has hecho, pero lo has olvidado absolutamente todo. Te has
escondido de tal forma que ni tú mismo puedes encontrarte. Solamente
quiero que sepas, que va a llegar el momento, no se cuando, ni por
qué, pero va a llegar el jodido momento en el que vas a recordar.
Vas a recordar nuestros amaneceres bajo las estrellas, nuestras
conversaciones sobre nada en concreto y todo en general, los paseos
hacia ninguna parte, las discusiones estúpidas, y las pasionales
reconciliaciones. El primer abrazo, el primer beso, la primera vez. Y el último. Ese
también lo recordarás. Y entonces, rezo por desear que te mueras de
pena. Rezo por desear que sufras tan solo una mínima parte de lo que
he llegado a sufrir yo. Y no porque te desee ningún mal, sino porque
creo que esa es la única manera de que seas capaz de regresar...de
que seas capaz de volver a formar parte de mi vida.
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