lunes, 18 de abril de 2016

Con la cabeza en los pies.

El anciano hizo una pausa para terminar de verter el contenido de la tetera en la taza de la joven, y continuó hablando.- La triste realidad de cómo funcionan muchas personas aquí dentro es que tienen la cabeza en los pies. Sin conocerte hablan de ti y te colocan etiquetas que no van a ninguna parte más allá de hacer daño. ¿Acaso despiertan contigo todas las mañanas? ¿Saben con quién duermes o quién te quita el sueño por las noches? ¿Saben lo que sueñas o lo que provoca tus madrugadas en vela? ¿Lo que te encantan los helados y que no puedes pasar un día sin comer chocolate? ¿Cuál es tu libro favorito o la película de Disney que más te gusta? ¿Saben cómo suena tu canción o quién es la persona que hace que al pensar en ella se te escape una sonrisa?¿Saben cómo te tiembla el corazón por dentro cuando alguien se deja caer por casualidad las seis letras de su nombre? ¿Saben qué es lo que aunque casi nunca llores te ha robado últimamente más lágrimas? ¿Han acariciado tu alma, sucumbido a tus encantos o entendido tu dolor? ¿Alguna de esas personas se ha puesto en tus zapatos y ha vivido tu lucha, tu día a día, tus tristezas y alegrías? ¿Esos secretos que casi nadie conoce, que cuando hablas de ellos te hacen sentirte completamente desnuda e indefensa, frágil y vulnerable? No. Definitivamente, no te conocen. Hablan, porque todos hablamos, pero existe una clara diferencia entre hablar con conocimiento y sin él. Así que si piensan que te conocen, antes de abrir la boca...que lo piensen otra vez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario