jueves, 9 de agosto de 2012

Noche, vuelve.

Te echo de menos. Tu hedonismo, tu sensualidad, tu elegancia, tu encanto. En mis amaneceres fríos , en mis tardes de verano, y en esos cielos que enrojecen tras las cortinas de este cuarto. Los días sin ti transcurren bajo la monotonía de un lápiz mal afilado, anodinos, impasibles, lejos de la vehemencia a la que tú me empujabas, que tú misma alimentabas. El sonido del vidrio, de la música, de voces ebrias, todas esas confesiones y secretos, que sin pedir nada a cambio, te guardas. Esa brisa cálida, esa eterna oscuridad en lo más alto, colmada de relucientes miradas. Ese ojo menguante y creciente, lleno de vida, que esconde tu alma. La tenue luz de las farolas, que cuando tu paseas nunca están apagadas. Y te alumbran, te contemplan, te acompañan. En los rincones más lúgubres bogan las sombras de lo que ocultas, y nos engañas, haciéndonos creer que nunca te irás...hasta que sale el sol, hasta que llega la mañana, y una vez más , te escondes, y una vez más, todo acaba. 

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