martes, 24 de junio de 2014

Tinta de tormenta.

Las gotas caían lentamente de los árboles, resbalando sobre las hojas que evitaban que el golpe fuera demasiado fuerte. Las bajantes, en cambio, escupían violentamente el agua de los tejados sobre la acera, como si intentaran borrar las huellas de quienes horas antes paseaban por ellas en medio de la oscuridad de la noche. De vez en cuando el cielo rugía, rompiéndose en pedazos de luz, y de gris, y de sombra. Ni si quiera los paraguas eran capaces de contener el llanto desconsolado de las nubes, y sólo los más osados se atrevían a correr de lado a lado de la calle, inundando sus zapatos atravesando lo que parecía una de las piscinas de la fábrica de chocolate de Charlie. Eva contemplaba el paisaje en silencio, con expresión contrariada, apoyada contra uno de los pilares de piedra de los soportales.

-¿Qué te pasa?-Preguntó Nico, mirándole a los ojos.

-Nada.-Respondió ella, cruzándose de brazos.-No me gusta que llueva.

-¿Por qué?-Insistió él, intentando alargar la conversación para no tener que dejar de mirarla.

-Porque no se puede hacer nada. Míranos aquí, sin poder salir, esperando a que pare.

-Podemos salir.-Propuso él, mostrando en su rostro media sonrisa, de esas que llevan consigo mucho más de lo que las palabras dicen.-La lluvia no nos obliga a quedarnos.

-¿Pero has visto la que está cayendo?-Preguntó ella sorprendida, abriendo de pronto sus ojos, achinados, verde aceituna.-¡Nos calaríamos enteros! No soporto la sensación de tener la ropa pegada al cuerpo.

-Eso tiene fácil solución.-Nico sonrió de nuevo, dejando esta vez sus hoyuelos al descubierto, al tiempo que se desabrochaba la camisa, la colgaba sobre su hombro izquierdo, y daba un paso hacia delante, sumergiéndose bajo la lluvia, dejando que ésta golpeara su tersa y bronceada espalda desnuda y revolviera su pelo castaño, despeinadamente peinado, casi negro. Se giró de nuevo hacia Eva, y la miró de nuevo a los ojos.

-Lo que te molesta es la ropa, entonces. No la lluvia. Déjate llevar. Aprende a confiar en lo que está ocurriendo. Si hay tormenta, déjala rugir, se calmará. Si hay silencio, déjalo aumentar. Algo surgirá.


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