domingo, 10 de noviembre de 2013

Entre humo.

Sigo buscando entre mis versos eso que todos sabemos sentir, pero que no somos capaces de explicar.Para eso sirve esto de escribir, para intentar hablar de las cosas que no tienen forma, para eso y para tumbarme en la cama y pensarte sin querer mientras me leo, sabiendo que en la calle ya es invierno pero que el frío no ha llegado todavía a nuestras vidas. Aunque amenaza. Hacía meses que no fumaba, pero creo que llegados a este punto la ocasión lo merece. Siento cómo la nicotina recorre mi garganta y me quema por dentro, en un intento desesperado y previsiblemente inútil por deshacer los nudos. Tras un par de minutos inmersa en mi propia nube de humo, ajena a todo lo que sucede fuera de ella, dejo caer los restos del cigarrillo en el cenicero, y en mi paisaje pinto una triste montaña gris de cenizas que culmina esta angustiosa distancia que supone el no poder tocarte. Mis labios, ahora resecos por el tabaco y agrietados por el frío de invierno, sellaron silencio mientras mi boca no dejaba salir ni una sola palabra, pero mi alma no pudo evitar gritar, aún temblando de miedo por lo que sentía, uno de esos "No te vayas, quédate". Desde aquel día no ha conseguido dormir igual, y para qué engañarnos, yo tampoco. Qué manía tenemos las personas con soñar con quien nos quita el sueño. Sueña conmigo, anda. Quiero decir, mejor sueña aquí, dile a tu vergüenza que se largue de mi cama para que nuestros cuerpos puedan hacer el resto. Y cuando te marches de nuevo, cuando días después amanezcas envuelto en el olor a sábanas de ausencia, sin mi a tu lado, ódiame. Ódiame por eso que dicen de que del amor al odio hay un paso, y de que si nadie te odia algo estás haciendo mal. Ódiame tú, si quieres. Yo ni quiero, ni tengo tiempo.



No hay comentarios:

Publicar un comentario