lunes, 10 de diciembre de 2012

Olvido, parte III


La puerta se cerró lentamente, dejando escapar un leve y delicado crujido. Ella se sentó junto a él en aquellas escaleras de marmol blanco, y tras sujetarse las piernas con ambas manos sin dejar ver nada más allá de sus firmes y bronceados muslos, interrumpió su discurso por una vez:


-No hace falta camuflar sentimientos, no me avergüenzo ni me arrepiento. Yo a ti te quise. Te quise porque dolías. Me dolías a mi, y le dolías al resto. Pero sobre todo te dolías a ti mismo. Te hacías daño sin ser del todo consciente de ello, y en el fondo se que una parte de ti disfrutaba haciéndolo. Disfrutabas intentando no valorar tus propios sentimientos, no teniéndolos en cuenta para nada y procurando no quererte, por esa estúpida idea que tenías metida en la cabeza de que no eras buena persona, de que si eras tú la causa de tu sufrimiento, no lo sería otro, ni otra, como ya lo había sido antes.

-¿Me querías porque te hacía daño?-Preguntó Él, al tiempo que intentaba asimilar, sin poder evitar una mueca de asombro, las firmes y directas palabras de Ella.

-No, idiota. Te quería porque necesitabas desesperadamente que alguien lo hiciera, aunque en aquel momento no te dieras cuenta. Y para que apareciese cualquier otra de las que hacían fila en tu puerta en busca de carne caliente y algo más, algo que no serías capaz de dar, para que apareciese cualquier otra de esas, y lo hiciera mal, prefería hacerlo yo, que ya arrastraba unos cuantos años a tu lado, y te iba pillando el tranquillo.

-Me sorprende...que me digas todo ésto ahora...

-Contigo hay que aprovechar las oportunidades cuando se tienen ¡A saber con qué pie te levantas mañana, lo mismo volvemos a coincidir y ni me miras a la cara!-Ella dejó escapar una sonrisa, y Él clavó su mirada en el suelo, mordiéndose el labio inferior y ladeando la lengua.

-¿Cuándo dejaste de quererme?- Preguntó de nuevo Él, tras un instante de silencio.

-No he dicho que haya dejado de hacerlo.-Respondió Ella. Se levantó de aquellas frías escaleras, y mantuvo su enrojecida mirada de miel durante unos cuantos segundos, en los que el tiempo pareció detenerse en todos los rincones del mundo. Le dio un beso en la frente, y aún con esa mirada clavada en lo más profundo de su alma, dio media vuelta, y se alejó hasta confundirse entre las sombras.



(Inspirado en "Te Quiero porque dueles, Dara")

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