sábado, 30 de octubre de 2010

Un sábado más de pre-partido.

Es una forma diferente de jugar, más fría, más cerebral que nunca. Controlas cada giro, cada salto, cada movimiento, lo que para el marcador transcurre fugazmente como un simple segundo perteneciente a esa variable indeterminada que llaman tiempo, para tí significa mucho más. Por tu cabeza pasan tantas cosas que casi resulta imposible de creer que quepan todas en ese único segundo. Recibes, miras, botas, y corres...te detienes, observas, piensas...buscas, no ves nada, pides algo, decides...todo eso funciona como siempre. Pero ahora hay más. Cada gesto va acompañado de comprobar si duele o no, de desear que no se salgan al caer del salto, al terminar el giro, al flexionarte en defensa, incluso mientras corres al tiempo que botas. No puedes estar al cien por cien, es completamente imposible, porque sabes perfectamente que si lo estuvieras no durarías ni un partido completo...pero tampoco puedes dejar de jugar, aunque pierdas, aunque ahora te mueras de la rabia por la impotencia de haber entrado en esa dinámica tan absurda y aburrida a la que sabes que en el fondo no te acostumbrarás nunca...porque si lo haces sentirías que una parte de tí muere contigo, que una parte de tí queda vacía...y por incomprensible que pueda resultar para muchos, te dolería mucho más que el hecho de que puedas perder las rodillas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario