No
creo que cada persona tenga de antemano marcado su destino, pero me
resulta curioso cómo los sucesos, las casualidades, encuentran su
lugar para desarrollarse en nuestra vida. No ha pasado ni una semana
desde que tuve una conversación bastante interesante a cerca de lo
importante que es decir claramente lo que sientes y piensas, y hacer
en cada momento lo que quieres hacer, siempre y cuando con ello no
hagas daño a nadie, y decirlo y hacerlo exactamente en ese momento,
sin que el miedo te pueda e invite a las dudas a sentarse a tu mesa.
Ese día ni si quiera me imaginé, aunque sugiriera como ejemplo una
hipótesis muy similar, que hoy iba a estar sentada aquí(si es que mi postura puede denominarse así), con el
brazo bueno totalmente inmovilizado(y con bueno me refiero al
izquierdo, las cosas siempre se ven mejor desde el lado izquierdo),
la mano derecha con solo tres dedos plenamente utilizables, y la
necesidad de cagarme en eso que algunos llaman dios(lo escribo en
minúsculas porque no creo en su existencia y me es más cómodo,
espero no ofender a nadie), en la virgen, y en toda la corte
celestial cada vez que muevo demasiado alguna parte del cuerpo en la
que tenga quemaduras(esta mañana he descubierto una con tres colores
diferentes, realmente preciosa), o que abro demasiado la boca y la mandíbula no encaja bien. No puedo entrenar, no puedo nadar, no puedo
salir, no puedo trabajar, no puedo conducir mi estupendo coche nuevo, y supongo que debería de estudiar, pero
qué queréis que os diga, no me da la gana. El caso es que no dije ni
hice en su momento lo que llevaba días, incluso semanas, queriendo
decir y hacer, y ahora aunque quiera, no puedo, toca esperar. Es
cierto que el vaso no puede estar siempre lleno entero o vacío por
completo, pero que esté medio lleno o medio vacío sí que depende
de nosotros. Es elección nuestra, y yo elijo que lo quiero medio lleno, y elijo escribir esto,
porque me apetece, aunque me lleve una hora mas de lo que me hubiera
llevado ayer a estas horas, me apetece escribirlo y me apetece escribirlo ahora.
Dicen que mal de muchos es consuelo de tontos, pero siempre aparece alguien que está peor que tú, antes o después para
todo se puede encontrar solución menos para la muerte, y yo de esto
no tengo intención de morirme, y aunque la tuviera, no creo que sea
posible. Por eso a partir de ahora intentaré aprovechar cada
momento, decir y hacer, que no solo escribir, lo que quiero cuando tenga
la oportunidad para ello, y por eso lo escribo aquí. Porque con una
sola persona que lo lea, lo entienda, y lo ponga en práctica, ya me
doy por satisfecha.
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