lunes, 17 de diciembre de 2012

Buscadora de personas transparentes.


Últimamente he tenido que responder, bastante a menudo y sin saber muy bien, a la habitual pregunta de "a qué te dedicas", "qué eres", o "en qué trabajas". La respuesta que habré dado el 90% de las ocasiones ha sido que soy profesora de Matemáticas, en algunos casos me habré atrevido a añadir que soy escritora, y aunque ni yo misma considero que lo sea (todavía), de vez en cuando me engaño un poquito y digo que también soy entrenadora de Baloncesto. Pero lo que nunca, nunca jamás he dicho, en parte porque me tomarían por loca, y en parte porque no se trata de una profesión remunerada económicamente hablando, que es lo que parece que a la gente que hace esa pregunta le interesa, es a lo que me dedico desde hace años con la misma o incluso más ilusión que al resto. Realmente no existe un término que lo defina, pero yo misma he inventado el mío propio: Buscadora de personas transparentes. Cada vez estoy más convencida de que en el mundo hay muchas personas que merece la pena conocer, pero por culpa de nuestra falta de interés, nuestro conformismo, y la cantidad de personas que aún no mereciendo la pena se empeñan en destacar por encima de los demás, sin talento, sin mérito, sin modestia y sin prudencia, colgándose medallas que no les corresponden, pasamos al lado de aquellas especiales sin si quiera distinguirlas. Pero siempre llega el día en el que sales a la calle dispuesta a ir tachando una por una las notas de tu hoja de rutina, y alguien te sorprende. No te lo esperas, vas pensando en la cantidad de individuos con los que tienes que tratar carentes de autenticidad y de sentimientos verdaderos, de los de hoy te quiero, mañana te odio, pasado te olvido, y la semana que viene, te echo de menos. Sumida en esos pensamientos, mezclados con el sonido de tu hambriento estómago y del “Unforgiven” de Metallica, olvidas un paquete en la parada del autobús, y 20 minutos después vuelves enfadada contigo misma, con lo despistada que eres y con el poco tiempo que tienes para todo, para intentar recuperarlo. Y ahí está, de pie, junto a la parada, un chico de más o menos tu misma edad, con el paquete en una mano y el teléfono móvil en la otra, a punto de llamar a la tienda con más preocupación que tú para ver cómo puede conseguir que lo recuperes, porque, como te dice, había llamado a su madre antes a ver qué podía hacer. Lo de menos es el paquete, y que llegues tarde a comer, y el doble ticket de autobús que tienes que pagar después. Merece la pena, porque ese chico tiene ese “algo” que tanto cuesta describir, ese "algo" que cada vez cuesta más encontrar en las personas. Y puede que no lo vuelvas a ver en tu vida, pero da igual, ha hecho que Metallica suene de manera diferente, que el mundo entero suene de manera diferente, que regreses a casa con una sonrisa...y ha pasado a formar parte de tu valiosa lista de personas transparentes. 



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