sábado, 9 de febrero de 2013

Equivocarse para acabar acertando.

Dicen que las personas van madurando conforme pasan los años, que la vida se compone de etapas que se suceden de manera secuencial sin que sea posible dar marcha atrás...y yo digo que no es verdad. Cuando una persona pasa de una etapa a otra, siempre una pequeña parte de la anterior contribuye a dar forma a la siguiente. De ahí que tengan sentido frases como "todos llevamos un niño dentro", o "estoy viviendo mi segunda juventud", por ejemplo. Lo que está claro es que al igual que cada una de las etapas de nuestra vida arrastra parte de las anteriores, formando un puzle que desecha e incorpora piezas cada vez más complejo y más difícil de montar sin equivocarse, existen algunas comunes y constantes en todos nosotros. Todo el mundo tiene una parte oscura. Una parte que sabe que no es del todo correcta, o más bien del todo agradable para el resto de las personas de su alrededor, pero que aún así mantiene, incapaz de deshacerse de ella. Una parte que no controla, una parte impulsiva que no domina, una parte que no comprende del todo pero de alguna manera necesita...y aunque sin esa parte es posible que la vida fuese más sencilla, también sería mucho menos divertida. Qué le vamos a hacer, el ser humano no es perfecto, comete errores, y al fin y al cabo gracias a ello acaba por acertar, por rectificar a partir de ellos y aprender cuál es el camino correcto. Y es que rectificar es de sabios, y pedir perdón también lo es, pero nunca jamás en la vida tiene uno por qué arrepentirse de algo que ha hecho...sino que tiene la obligación de una vez reconocido el fallo, procurar no volverlo a repetir. 

2 comentarios:

  1. Es preferirse equivocarse y rectificar que no lamertarse por no haberlo hecho

    ResponderEliminar
  2. Me ha gustado mucho Ra...

    Ruter.

    ResponderEliminar