viernes, 1 de mayo de 2015

Vísteme de inspiración, que sin ella estoy desnuda.



Él. Todo él me gusta. Me gusta la forma en que sujeta su arpa entre mis piernas, me gusta cuando la toca. La manera en la que le arranca las notas y cómo cierra los ojos escuchando su música. Me gustan sus manos, y hasta el lunar que tiene en el dorso de su mano derecha. Y es que no me gustan los lunares, pero me perdería en su espalda contando los suyos, hasta acabar arañándola como quien hace sonar con pasión las cuerdas de una guitarra española. Su dulce y pícara sonrisa y sus labios, que me llaman desde lejos, acabando con la soledad que hace tiempo sentían los míos. Me encanta escucharle hablar, aunque a veces me quede ensimismada en él y no sepa de qué demonios habla. Adoro su voz, sus suspiros, la forma en la que pronuncia mi nombre y cómo ladea la lengua mientras sonríe y me mira de reojo. Me gusta cómo me abraza cuando estoy entre sus sábanas antes de quedarse dormido, me da tranquilidad, me genera confianza...me da paz. Me encanta acariciarle cuando tiene el pelo empapado en sudor, me encanta besar su cuello y aspirar su aroma, sentir su pecho abrazado al mío, sentirle dentro de mí. Sus piernas, su cuerpo, todo el, me vuelve loca su locura. Adoro cuando sonríe, me mira, y me lleva a la cama. Le haría el amor todo el tiempo, a todas las horas, en cualquier lugar. Y sé que no hay tiritas para algunas heridas, ni suficientes ojos bonitos en el mundo para olvidar que aunque quizás no lo sepa los suyos, sus ojos, tendrían permiso para quedarse en mis cicatrices el tiempo suficiente como para ver más allá de lo que yo nunca supe enseñar.Y sé que no es perfecto, que tiene sus defectos, sus manías, pero qué queréis que os diga...yo me siento más feliz cada vez que él me mira.

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