sábado, 25 de mayo de 2013

Logroño, Ciudad Europea del Deporte. Una de las bromas más abyectas del año.

Puestos a ser sinceros desde el principio, he de reconocer antes de nada que la primera vez que he escuchado la noticia no he podido evitar que me entrara la risa. Y no me refiero a una risa agradable o ilusionada como deportista que soy, sino a una carcajada con sorna, irónica, natural e involuntaria. No obstante, y puesto que como decía mi abuela, "prevenir es mejor que curar", me he informado de en qué consiste exactamente dicho reconocimiento. Rezan así, en varias noticias: "Otorgado cada año por la Asociación Capital Europea del Deporte, está orientado a promover los valores del deporte a nivel municipal y supone un reconocimiento a la política deportiva de la ciudad." Y es entonces cuando me pregunto yo: ¿No ha sido este año cuando los gimnasios públicos han sufrido una subida de precio mensual de un 40%? ¿No ha sido este año cuando se han reducido los grupos de actividades deportivas, y se han subido las cuotas de todas ellas? ¿A caso no se ha prescindido de varios profesionales dedicados a estas actividades, y se les ha reducido el sueldo a otros tantos? Se han eliminado subvenciones deportivas dedicadas a desplazamientos, a reformas de infraestructuras, a presupuesto para material. Los juegos escolares deportivos cada vez ofrecen menos, y cuestan más. Hay deportistas que tienen que dejar de practicar su deporte a nivel federado al cumplir los 18 años, o incluso antes, por meros problemas económicos. No existe ningún tipo de beca para aquellos jóvenes que quieren formarse y obtener el título de entrenador de algún deporte. No ofertamos los estudios de INEF en nuestra Universidad. No contamos con instalaciones deportivas en condiciones (No nos engañemos, un Palacio de Deportes y un Campo de Fútbol quedan muy bonitos si los ves desde la ventana, doy Fe, pero son hormigas en comparación con los leones que se encuentran en otros lugares). No disponemos de carril bici, y con carril bici no me refiero a unos cuantos metros de asfalto rojo pintados de manera irregular, diseñados por alguien que estoy segura de que no ha utilizado una bicicleta para desplazarse por una ciudad en su vida, porque de ser así, jamás los hubiera distribuido tan escandalosamente mal. No pretendo faltar al respeto a nadie, pero parecen sacados del juego de "buscando a Wally". Como persona que utiliza la bicicleta habitualmente, puedo decir que es complicado hacerlo peor. Seguramente si continúo pensando se me ocurrirán unas cuantas razones más por las que creo que no merecemos ni tan si quiera atrevernos a presentar tal candidatura, pero una vez más, si de todas formas lo vamos a hacer mal, por lo menos seamos sinceros, y llamemos a las cosas por su nombre.

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