Es como una esponja, da gusto verla. Dedicaría horas enteras sólo a entrenarla a ella, y aún así creo que sería imposible saciar sus ganas por aprender, por mejorar, y por jugar a baloncesto. Y lo mejor de todo es, que con cada entrenamiento, ves que aprende, mejora, y juega a baloncesto. Así es, tan pequeña, y a la vez tan grande... así es María.
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