martes, 21 de junio de 2016

Abrazos.

A veces nos preguntamos demasiados por qués y pocos para qués. Hay ocasiones en las que tratamos de buscar excusas, cuando no es cuestión de amores imposibles ni de amores perfectos en el momento equivocado. Es cuestión de personas. Y cuando la persona es la adecuada llega justo en el momento en el que tiene que llegar, aunque te niegues a asumirlo. Ese momento en el que pensabas que ya no volverías a enamorarte, y de repente llega alguien que te remueve por dentro sensaciones que no recordabas. O ese momento en el que sientes que no te quedan fuerzas para continuar, y encuentras de nuevo en esa misma persona que creías olvidada un refugio repleto de energía que te ayuda a levantar. Unas veces nos harán mas fuertes, y otras, mas vulnerables, pero siempre nos ayudarán a conocernos un poco más por dentro. A madurar. A descubrir nuevos caminos y nuevos horizontes. Todo llega, todo cambia y todo pasa. Y siempre, de una manera o de otra, todo vuelve. La felicidad se esconde detrás de esos momentos que le dan sentido a lo demás, incluso después de un aparente punto final. Por eso sé paciente, confía en lo que sientes, y cuando estés perdido recuerda lo siguiente: Hay tres lugares mágicos en los que el mundo deja de doler por un rato: La ducha, el sueño, y un abrazo. Y qué jodidamente bonitos, son esos abrazos. 

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