viernes, 29 de abril de 2016

benditos viernes.

El viernes es mi día favorito de la semana. El día en el que madrugar no escuece en los ojos, porque sabes que al día siguiente llegará el sábado y arrastrará las ojeras, como una ola inmensa que te envuelve el cuerpo intentando empujarte mar adentro. El día en el que no hace falta tomar café porque la miel de tu mirada se encarga de quitarme el sueño. El día en el que mis sábanas te imaginan enredado en ellas, recorriendo mis interminables piernas hasta llegar al infinito que provoca tu boca en su punto de inflexión. El día en el que los cristales de mi alma bailan al son del viento que susurra las seis letras de tu nombre, reagrupándose, reencontrándose entre ellos y haciéndola sentir un poco menos rota por dentro. El día en el que llega el fin de mi semana. El día en el que sigiloso, de puntillas, apareces tú. Y todo lo demás, sobra.

domingo, 24 de abril de 2016

Tinta de domingo.

Quiero que sepas, y siento si no son formas, pero mis musas necesitan ser políticamente incorrectas de vez en cuando, que entiendo las erecciones involuntarias, las ganas de comerme a besos y de matarme a polvos, los mensajes a deshora fuera de tono, las miradas que me atraviesan y me desnudan, la falta de ganas de respetar las normas y mantener la compostura. Quiero que ignores a todas esas personas que me encanta el sonido que hacen cuando se callan, ansiosas por juzgar las cenizas sin haber presenciado jamás nuestro incendio. Quiero enseñarte la honestidad en mitad de una borrachera, la diferencia entre lealtad y fidelidad, la esperanza en formato after, abierto a las seis de la madrugada para lo que sin necesidad de fingir, esperas. Quiero limar tus asperezas con mis manos, probar el sabor del miedo entre las dudas, y entre las piernas, escuchar el silencio en medio de todo este ruido al que estoy ya acostumbrada. En resumen, quiero mostrarte que aunque la belleza sea algo relativo, hay personas que siempre brillan para otras. Y todo lo demás, sobra.

miércoles, 20 de abril de 2016

Pedazos rotos.

El mejor profesor que tuve durante mi época universitaria fue sin duda Sergio Lerena. De él aprendí muchísimas cosas, además de que no se le pueden tirar los trastos a un recién nombrado catedrático de física cuántica con la intención de que te apruebe la asignatura, y mucho menos enamorarte de él para luego rechazar su proposición de matrimonio en dos ocasiones, y dejarle ir. El caso es que dejando a un lado lo insultantemente atractivo que me resultaba, y los maravillosos recuerdos del posiblemente mejor sexo que he tenido hasta la fecha (llámenlo magia, arte, o como quieran, pero sin ánimo de resultar soez, lo que ese hombre era capaz de hacer con sus manos, su lengua, y todo lo demás es algo que no se contempla dentro de lasa descripciones del vulgar y anodino vocabulario humano), puedo decir que aunque me tocó estudiar en verano aprendí de su ausencia una de las lecciones más importantes de mi vida. No dejes de hacer lo que sientes en cada momento por miedo a cometer errores. Porque quien abre una herida es capaz de cerrar la cicatriz. Y si el tiempo se resiste a coser los agujeros, aprende a disfrutar de los pedazos rotos.

lunes, 18 de abril de 2016

Con la cabeza en los pies.

El anciano hizo una pausa para terminar de verter el contenido de la tetera en la taza de la joven, y continuó hablando.- La triste realidad de cómo funcionan muchas personas aquí dentro es que tienen la cabeza en los pies. Sin conocerte hablan de ti y te colocan etiquetas que no van a ninguna parte más allá de hacer daño. ¿Acaso despiertan contigo todas las mañanas? ¿Saben con quién duermes o quién te quita el sueño por las noches? ¿Saben lo que sueñas o lo que provoca tus madrugadas en vela? ¿Lo que te encantan los helados y que no puedes pasar un día sin comer chocolate? ¿Cuál es tu libro favorito o la película de Disney que más te gusta? ¿Saben cómo suena tu canción o quién es la persona que hace que al pensar en ella se te escape una sonrisa?¿Saben cómo te tiembla el corazón por dentro cuando alguien se deja caer por casualidad las seis letras de su nombre? ¿Saben qué es lo que aunque casi nunca llores te ha robado últimamente más lágrimas? ¿Han acariciado tu alma, sucumbido a tus encantos o entendido tu dolor? ¿Alguna de esas personas se ha puesto en tus zapatos y ha vivido tu lucha, tu día a día, tus tristezas y alegrías? ¿Esos secretos que casi nadie conoce, que cuando hablas de ellos te hacen sentirte completamente desnuda e indefensa, frágil y vulnerable? No. Definitivamente, no te conocen. Hablan, porque todos hablamos, pero existe una clara diferencia entre hablar con conocimiento y sin él. Así que si piensan que te conocen, antes de abrir la boca...que lo piensen otra vez.