lunes, 25 de mayo de 2015

Tinta de domingo.

Hay noches en las que detendría el tiempo indefinidamente y días enteros que viviría dos veces. Días de esos en los que uno vuelve a creer en que las mariposas pueden revolotear dentro del estómago, en los que esta ciudad no parece tan oscura los domingos por la tarde, en los que la canción que suena a nosotros es mi nueva canción favorita. Que su culo y su voz y su cara, la forma en la que se mueve cuando camina y la manera en la que me mira, sonríe y me abraza, son cosas con las que sueño de vez en cuando y me resisto a despertar. Imagino que hoy en día estamos reduciendo el expresar lo que uno siente a escribir verdades por pantallas o a disimular sin que se nos note en los ojos la certeza, pero os juro que en su boca hay un paisaje que sólo ven mis ojos. Que cuando se calla, y le miro, y no se da ni cuenta, siento como si fuésemos el más perfecto de los atardeceres. Que cuando hacemos el amor la poesía nos envidia, que sólo él sabe bailarme los silencios, que huele bien hasta cuando sólo huele a sueño. Y que cuando me besa, en uno solo de sus besos, en lo que dura cualquiera de ellos, parece que todos los relojes de arena del mundo explotaran en mil pedazos y detuvieran el tiempo. Y aunque en cuestión de segundos las agujas vuelvan a retomar su marcha, en ese instante, siento que podría vivir en ese beso durante el resto de mi vida.

lunes, 18 de mayo de 2015

Amor y otras drogas.

La mejor forma de impedir que alguien te cause dolor es no dejar que tu corazón sepa de su existencia. Si sientes que ya es demasiado tarde, es porque algo sientes...y ante eso no hay marcha atrás. Al final sentir, estar dispuesto a que llegue el momento en el que ames a alguien, es como darle la posibilidad de destruirte, confiando ciega y desesperadamente en que no lo haga. Por eso me preocupa la gente que dice que lleva tiempo buscando el amor, como si el amor estuviera por ahí correteando de un lado al otro de la calle o escondido en un rincón. Como si existiera un amor empaquetado, un producto diseñado que adorna un escaparate o que compras en el supermercado. Se creen el cuento del amor prefabricado que nos venden en las películas de los domingos por la tarde, o que nos cantan en las canciones que suenan a todas horas en la radio. Uno no busca el amor, uno lo construye, poco a poco, con tiempo y con cuidado, sin prisas, sin agobios, incluso en el momento más inesperado. Uno no busca el amor...es el amor el que le encuentra a él.


viernes, 15 de mayo de 2015

Mi canción favorita.

Últimamente estar contigo es como cerrar los ojos mientras suena tu canción favorita. Esa canción que en determinados versos te pone los pelos de punta, en otros te roba una sonrisa...y en otros se escucha el silencio, y todo se queda en calma. Hay días que me descubro a mi misma contando las horas que faltan para volver a verte, como quien cuenta el tempo marcando una partitura y le pueden las ganas por llegar al estribillo. Hay noches en las que no puedo dormir, observo el lado vacío de mi cama, e imagino lo que te diría al oído si te tuviera entre mis sábanas. Imagino lo que te haría, si te tuviera entre ellas. Me encanta sentir tu cuerpo junto al mío, sentir tu olor, y tu piel, dejar que me uses de instrumento para hacer sonar esa canción mientras compones melodías que se deslizan entre suspiros, mientras mis manos acompañan el ritmo recorriéndote la espalda, y mis uñas desabrochan en ella tormentas que derramar sobre la cama. Te tarareo sin querer, cada vez más a menudo y sin poder evitar sonreír cuando intento averiguar cuáles serán las notas que haces sonar para que desde que estás en mi vida me resulte más sencillo ser feliz. Hay veces que me tocas y hasta tiemblo, y cuando me besas...es en ese momento, cuando me besas, cuando cierro los ojos y la escucho dentro de mí, cuando siento que mi canción favorita no es otra que la tuya...cuando siento que mi canción favorita, eres tú.

viernes, 8 de mayo de 2015

La playa.

Apareció en su vida de la misma manera en la que el mar se niega a abandonar la orilla, a pesar de la cantidad de veces que le obligan a alejarse. Y lo mejor fue que al igual que el mar, él siempre volvía. Volvía una y otra vez como las olas rompen contra las rocas sin importarles lo que se cruce en su camino, para explicarle que aunque dicen que las casualidades son difíciles de entender, ella las entendería el mismo día en el que sus labios se cruzaran con los suyos. ¿Habéis visto alguna vez el mar cuando anochece? Cuando el agua se vuelve reflejo de sus ojos, verde y marrón, oscura y clara al mismo tiempo, y el viento peina las olas sobre la arena. Le entraban escalofríos solo de pensar en sumergirse en el y recorrerlo entero, profundamente, inagotablemente. La noche en la que su boca decidió detenerse entre los dos besos que separaban sus mejillas, y explicarle sin palabras que la soledad no siempre es buena compañía, sintió como si la ola mas inmensa les hubiera envuelto, ocultándoles de todo cuanto les rodeaba, como si todos lo relojes de arena del mundo se hubieran roto en pedazos en aquella playa que surgía entre las sombras, bajo la luna. Desde entonces comenzó a encontrarse a sí misma sin querer desnudándole con su tinta y haciéndole el amor sobre el papel, pensando en lo sencillo y al mismo tiempo complicado que sería cualquier madrugada abrirse paso entre sus sábanas. Cerraba esos ojos tan ambiguos y no sentía más que dudas, pero de todas sus dudas, sin duda, él fue la mejor. "Quédate con quien te sigue mirando cuando tú cierras los ojos", le decía algo dentro, y no le quedó otra que admitir que el único y verdadero problema, era que él era su solución. Que no podía negar lo evidente, que hay deseos que no se cubren con miedos ni mentiras...y que si cada uno decide dónde quiere estar en cada momento, ella quería permanecer en aquella playa...ella quería vivir en su sonrisa.

domingo, 3 de mayo de 2015

La más bonita de todas.

Después de este pequeño puñado de años, durante los que decidiste compartir tu vida conmigo,o más bien vivir para mí más que para tí misma, me he dado cuenta de que últimamente repito demasiadas veces el “hoy no, otro día” y el “ahora no puedo”. Que me he apoyado mucho en el “dentro de un tiempo” y que he pensado con demasiada frecuencia en el “no es el momento ”. Y como si hay algo que he aprendido de todo esto es, que puede que no haya "luego", que los "ahora no puedo" pueden repetirse con facilidad, que los "ya lo haré" se quedan en listas de espera que recuperamos cuando ya es tarde, y que los "no tengo tiempo" son incontrolables porque siempre acaba por suceder algo inesperado, quería darte las gracias, Mamá. Gracias por aguantar que no sea capaz de mantener limpio y ordenado el caos de mi habitación, por aguantar eso que yo llamo mi propio orden, que como ambas sabemos la mayoría de las veces sigue sin parecerse al tuyo. Gracias por no cortarme las alas, por dejarme montar castillos de arena en el aire de esos que muchas veces se disipan cuando el viento cambia y sopla en sentido contrario. Por tolerar mis tonterías y mis aires de mecomoelmundo, que a veces acaban en momentos de derrumbe de elmundomecomeami en los que tú siempre estás presente para animarme, sin un reproche ni uno de esos innecesarios y generalmente dolorosos "te lo dije". Por escuchar mis palabras pero sobre todo por escuchar mis silencios, por respetarlos, aún cuando no los entiendes. Sigo creyendo que hay cosas a las que les doy demasiadas vueltas, y tú sigues diciéndome que cuando algo no tiene solución no merece la pena preocuparse tanto, que la vida resulta más sencilla cuando aprendes a aceptar una disculpa que nunca recibiste. Que el éxito se basa en insistir, y en resistir, que si algo no me gusta siempre puedo cambiarlo por otra cosa, que pase lo que pase después de cumplir mis obligaciones recuerde cumplir mis sueños. Y que por encima de todas esas cosas, siempre, siempre confiarás en mí. Y sí, dicen que madre no hay más que una, pero cada día estoy más convencida de que a mí me ha tocado la más bonita de todas.



viernes, 1 de mayo de 2015

Vísteme de inspiración, que sin ella estoy desnuda.



Él. Todo él me gusta. Me gusta la forma en que sujeta su arpa entre mis piernas, me gusta cuando la toca. La manera en la que le arranca las notas y cómo cierra los ojos escuchando su música. Me gustan sus manos, y hasta el lunar que tiene en el dorso de su mano derecha. Y es que no me gustan los lunares, pero me perdería en su espalda contando los suyos, hasta acabar arañándola como quien hace sonar con pasión las cuerdas de una guitarra española. Su dulce y pícara sonrisa y sus labios, que me llaman desde lejos, acabando con la soledad que hace tiempo sentían los míos. Me encanta escucharle hablar, aunque a veces me quede ensimismada en él y no sepa de qué demonios habla. Adoro su voz, sus suspiros, la forma en la que pronuncia mi nombre y cómo ladea la lengua mientras sonríe y me mira de reojo. Me gusta cómo me abraza cuando estoy entre sus sábanas antes de quedarse dormido, me da tranquilidad, me genera confianza...me da paz. Me encanta acariciarle cuando tiene el pelo empapado en sudor, me encanta besar su cuello y aspirar su aroma, sentir su pecho abrazado al mío, sentirle dentro de mí. Sus piernas, su cuerpo, todo el, me vuelve loca su locura. Adoro cuando sonríe, me mira, y me lleva a la cama. Le haría el amor todo el tiempo, a todas las horas, en cualquier lugar. Y sé que no hay tiritas para algunas heridas, ni suficientes ojos bonitos en el mundo para olvidar que aunque quizás no lo sepa los suyos, sus ojos, tendrían permiso para quedarse en mis cicatrices el tiempo suficiente como para ver más allá de lo que yo nunca supe enseñar.Y sé que no es perfecto, que tiene sus defectos, sus manías, pero qué queréis que os diga...yo me siento más feliz cada vez que él me mira.